
Camino por aquellas derruidas calles del centro. Bajo tres cuadras por Santa Isabel divisando, tras la extinguida noche, un muñeco animado de indefinido sexo quien grita exasperadamente. Sigo caminando y distingo una pareja sentada en una banca. La mujer denota acongojo, desesperación y hastío quien sabe producto de que circunstancias. Continuo en mi travesía, sólo estamos yo y mi soledad ¿Quién más podría ser? El viento choca contra mis mejillas, ahora solo veo edificios, discotecas, televisores, publicidades de Mc’ Donadls, Coca-cola y la próxima teleserie del canal…El holocausto aun no termina.